Fran Pérez Martínez trabaja en UManresa desde el año 2015. Primero, como auxiliar de la Clínica Universitaria, y después en el Centro de Innovación en Simulación (CISARC), donde ha descubierto un mundo nuevo, el de la simulación, y una profesión, la de técnico de simulación que, en la actualidad, no tiene reconocimiento académico, una situación que quiere contribuir a cambiar.

 

¿Cómo pasas de auxiliar de la Clínica a técnico de simulación del CISARC?

Sucedió dos años después de haberme incorporado en la Clínica. Empecé a tener contacto con la simulación casi simultáneamente a las tareas de mantenimiento que llevaba a cabo en el edificio, montando escenarios y realizando el mantenimiento de los simuladores. Cuando di el paso a técnico, me concentré mucho más en todo lo que concierne a la simulación. Me tocó gestionar documentación y realizar el moulage de actores y de simuladores, asumir compras de material, gestionar las grabaciones que se realizan durante las sesiones, gestionar el calendario de uso de los espacios, además de las colaboraciones con los actores. Todo mi trabajo pasó a vincularse al ámbito de la simulación. Asimismo, cuando se ampliaron las instalaciones del CISARC, también asumí la gestión del SIM Capture, el software que controla todo el sistema de grabación de las sesiones de simulación.

 

¿Qué formación necesita un técnico en simulación?

Este es un mundo totalmente autodidacta porque no hay formación reglada, como mucho, algún curso de moulage para la creación de escenarios de simulación. La primera vez que asistí a un congreso de la Sociedad Española de Simulación y Seguridad del Paciente (SESSEP), descubrí que había otros profesionales como yo y, entre todos, nos hemos organizado para formarnos como técnicos teniendo en cuenta nuestras necesidades. Asimismo, he aprovechado las formaciones impartidas por el CISARC, como el Curso de Instructor en Simulación, y siempre que puedo aprovecho para participar en los webinars vinculados a mi profesión.

 

Trabajar como técnico en simulación debe permitirte ver la evolución de las personas que se forman a través de esta metodología…

Sí. Puedo ver la evolución que experimenta un alumno desde que empieza el primer curso hasta que completa los estudios. Observo cómo evoluciona en la realización de técnicas o en el trato con el paciente. En primer curso, el alumnado acostumbra a estar cohibido, pero cuando llega a cuarto ha mejorado mucho. También veo cómo se equivocan y cómo esto les ayuda mucho en su aprendizaje.

En el caso de los profesionales en activo que se forman en el CISARC, cuando se trata de personas que no vienen por voluntad propia, sino por requerimiento de la empresa donde trabajan, el primer día que aterrizan están muy cerrados y escépticos, pero a medida que prueban la metodología y las herramientas que ofrece la simulación, acaban la formación más abiertos a cambios y con infinidad de ideas. La evolución es notable y evidente.

 

Y ¿cómo has visto evolucionar el CISARC en estos años?

Al principio éramos un equipo muy pequeño, prácticamente solo estábamos Aida Camps Gómez, la responsable del CISARC, y yo como técnico. La incorporación de otras personas en el equipo nos ha aportado mucha experiencia en otros campos. Junto con Griselda Gónzález Caminal, Carmen Gomar Sancho y Aida Camps Gómez, formamos un “tutti frutti” ideal. Entre los cuatro, sumamos sociedad, salud y tecnología, y el resultado final es la simulación.

 

¿Cómo te ves en el futuro?

Me gustaría seguir trabajando para el reconocimiento de la profesión, junto con el grupo de técnicos de simulación que hemos creado a nivel estatal. También me gustaría involucrarme en la formación de futuros técnicos. Lo que tengo claro es que quiero quedarme en el mundo de la simulación y en el CISARC, que tiene mucho potencial ahora que se ha empezado a trabajar con simulación más allá del ámbito clínico, en los estudios de ADE y de Educación Infantil.